Rescatadles

La situación de Haití puede ilustrar la de otras personas que también necesitan rescate. También ellas están vivas, aunque en un agujero negro. También sobre ellas han caído determinados escombros, por errores humanos que a veces son tan inevitables como los hechos naturales. Pero en este caso, no gritan, no llaman. Están ahí sufriendo muchísimo, pero no se las detecta. Y su rescate sigue siendo humanamente posible.  
Estamos empezando a hacer una convocatoria para quienes han visto denegada su solicitud de tratamiento médico en alguna unidad o por algún profesional, de manera que podamos formar un grupo de rescatados y rescatadas. En este caso, de buena fe desde luego, el peso de numerosos errores es lo que les ha caído encima.  
Errores, también desde luego,  que no son achacables a las propias unidades sino a los supuestos que han seguido hasta ahora la Medicina y la Psicología al acercarse a las personas transexuales. 

 Sabiendo la fuerza del sentimiento transexual, de la necesidad de cambio, es fácil imaginar la angustia de quien, sintiéndolo, puede haberse visto con el paso cerrado a su forma de ser.  

 Más aún, cuando habiendo superado mil miedos y toda la represión cultural que tenemos interiorizada desde hace siglos, hemos creído llegar a buen puerto, a un medio amistoso, y nos encontramos con que es precisamente en él (y no de mala fe) donde se da un golpe dolorosísimo a nuestra esperanza.  

No sabemos cuántos ni cuántas transexuales se han visto en esta situación, no sabemos cómo se les ha argumentado la denegación del servicio público, no sabemos cuáles son las razones que erróneamente se han utilizado, pero a la vista de los criterios que se usan en algunas unidades, nos tememos que quienes han sufrido esa dura prueba sean muchos y que no esté justificado objetivamente, de modo alguno, que se les haya cerrado la puerta

  ¿Cómo ha salido de la unidad o de la consulta del profesional aquella persona que esperaba orientar por fin su vida?  
  ¿Qué ha sentido al pasar por la sala de espera y ver a sus compañeras y compañeros con la sensación de que ya no los volverá a ver, que ha sido separada de su lado?  
  ¿Cómo ha vuelto a su casa, a su oscuridad, al armario en el que podía encontrarse, después de haber intentado salir y ver que otras personas le niegan el derecho a hacerlo?  
  ¿Cómo está siendo su vida? ¿Ha conseguido seguir adelante con la fuerza de la rebeldía o se ha sentido hundida y sin saber qué hacer a partir de ese momento?  
 ¿Se ha hecho algún estudio de seguimiento de estas personas para reevaluar la denegación y sus consecuencias? Puede ser, aunque habrá sido difícil, porque una persona rechazada no vuelve con gusto a donde ha sufrido, por lo que me temo que, de hecho, no.  

Los criterios que parece que hemos detectado en algunas unidades, por conversaciones con sus usuarios, son a veces profundamente erróneos y deberían ser objeto de una no menos profunda revisión.  

Me pregunto si estos criterios, variables desde luego según las unidades, han podido ser los siguientes:  

 =Exclusión por enfermedad mental. ¿Ha habido personas que hayan sido simplemente excluidas al detectárseles unos síntomas psicopatológicos? ¿Se ha tenido en cuenta que en este caso, el criterio indicado es resolver primero la enfermedad mental y después atender a la demanda de la persona candidata? ¿Ha figurado en el protocolo una atención secundaria mientras durasen los cuidados psiquiátricos? ¿Se ha practicado el seguimiento lógico y necesario, en estas historias de vida más que en otras?  

 =Esquema binario del sistema sexogénero, que sólo ahora, es verdad, se empieza a comprender que es la causa cultural de muchos prejuicios ¿Pero se ha pensado que, si no se quiere ser hombre, hay que ser mujer, o viceversa? ¿Se ha pretendido que la persona candidata cumpla con unos modelos de masculinidad o feminidad muy definidos? ¿Se han usado tests de masculinidad-feminidad basados en criterios de los años cincuenta o sesenta que, simplemente, hoy ya no están vigentes?  

  =Esquema binario de la orientación sexual. ¿Se ha desconfiado de las personas que en su asignación de origen mostraban una orientación hacia el mismo género deseado? ¿Se ha supuesto o primado que, después de la reasignación, las relaciones preferidas fueran las de hombres con mujeres o mujeres con hombres?  

  =El llamado test de la vida real. ¿Se ha creído que esta llamada prueba es decisiva? ¿Se ha supuesto que la vida real admisible debería consistir en un ingreso en la vida convencional de mujer u hombre? ¿Se ha tenido en cuenta que la transición social es, con mucho, el paso más difícil, mucho más que la transición hormonal o quirúrgica, porque puede tener consecuencias demoledoras en lo familiar o lo laboral? ¿Se ha respetado el derecho de cada persona candidata a valorar por sí misma sus opciones prácticas o el ritmo de su transición? ¿Se ha insistido en poner esa prueba al principio, cuando la persona no está habituada a vivir de acuerdo con el nuevo género y cuando no ha experimentado cambios hormonales que le ayuden con su imagen? ¿No es ese intento, cuando sea posible hacerlo reversiblemente, una posible ayuda para la autoevaluación,  pero no la prueba irrenunciable que todas las personas candidatas deben pasar?  

 =Argumentos estéticos y éticos. ¿Se ha valorado a las personas candidatas por su apariencia o por la feminidad/masculinidad de sus gestos y, paternalistamente, por sus supuestas posibilidades de hacer el cambio social? ¿Se ha reconocido el derecho de cada cual a bregar por sí en la vida, aunque tenga que ser con mil dificultades?  
En este aspecto, ¿se ha pensado que los modales, gestos, frases, interjecciones, pueden variar mucho de unos grupos sociales a otros, de manera que  evaluarlos como femeninos o no desde las propias referencias puede ser un rotundo error?  

 =Prioridad a teorías sobre la transexualidad, todas insuficientemente elaboradas todavía, más que a la práctica. ¿Se han seguido consideraciones sobre la “transexualidad primaria o secundaria”, sobre la “verdadera transexualidad” (¿es que hay una falsa? ¿O es una diferente?), sin tener en cuenta los profundos cambios, las transformaciones y autodescubrimientos en muchas de las evoluciones transexuales, el impacto teórico y práctico del binarismo de género?  

 =Atención  a las propuestas de la persona candidata. ¿Han sido tenidas en cuenta proposiciones como el cambio de sexo sin cambio de género, que pueden depender, o bien de una necesidad personal (no- binaria), o bien de dificultades objetivas e insuperables en los terrenos familiar o laboral? ¿O el cambio de sexo parcial, limitado a la eliminación de las gónadas, lo que también puede responder a una adaptación no-binaria o al simple realismo de quien sabe lo que puede esperar y lo que no, y sus costes en la práctica de la vida?  
Constituir un grupo numeroso de personas transexuales rescatadas de esos posibles errores, o de otros que todavía no hemos visto, es pasar de la impotencia en soledad al compañerismo y la fuerza, vida y eficacia social. Además, es presentar ante la sociedad entera el variado cuadro de la realidad transexual, de la verdadera libertad de género.  

 No es formar una asociación, no lo somos ni queremos serlo. Es formar un grupo o una red, un contacto, una lista que libere del aislamiento y donde puedan ir surgiendo iniciativas en libertad, en la solidaridad trans. 

Por eso es tan importante que se constituya este grupo, o esta red, que ya está funcionando porque algunos amigos y amigas nos hemos comprometido con esta cuestión. Sabemos que aquí puede renacer la esperanza y, sobre todo, que cada cual sea reconocido o reconocida tal como es, con los matices de su transexualidad.  

 Si estás implicado o implicada en esta temática, por favor, visita los foros de esta página para ponerte en contacto con personas como tú o que sienten fuertemente la necesidad de que se respeten nuestros derechos.  

Kim Pérez.